Ireno García: siempre mirando al mar
No creí que el equinoccio de otoño me abriera las
puertas con un concierto semejante. Sorpresa que me da, de vez en vez, Ireno
García.
El otoño
presupone “las hojas muertas”, el ocre y el prólogo a la mortandad.
Ireno –que
no le gusta septiembre, y así lo declaró- hizo primavera, y sembró en cada una
de esas butacas de la sala del teatro de Bellas Artes, este sábado 27, la mejor
flor para todos sus escuchas.
Concierto de
casi dos horas, sensible, sencillo, con la grandeza de la sencillez; nada
sobraba y nada faltaba.
Ireno, dejó
claro en lo último que cantó, que no había salido de la nada –como no sale
nadie-, que Sindo, Silvio, Corona, Pablo, Vicente, Noel y demases hicieron
posible ese maravilloso verbo que nos regaló.
Revisando el
programa de mano que alguien, amablemente, nos entregó a la puerta de la sala,
salta a la pupila las dedicatorias que hace en su programa, lo que sustenta el
párrafo anterior: María Gattorno, Noel Nicola, Michel García, José Antonio
Rodríguez, etcétera…
Con un
formato no usual en estas lides trovadorescas: el gran Pedrito en la guitarra,
Harold en el bajo, Amanda en el laúd, y esa maravilla de percusión y voz que se
llama Marbys; no solo supieron llenar la sala en términos de sonido, supieron
llenar los corazones y reventar los lagrimales de varios de los presentes.
Si no se
equivocara en el orden no fuera Ireno, si no llamara a la trovadora de la
eterna sonrisa –Marta Campos- y le pidiera que “cancionara” y no soneara, no
fuera Ireno. Marta puso dos temas para no olvidar, gracias Martica.
Llega
Alejandro Valdés a escena y entonces el concierto cobra un tono diferente;
porque Alejandro es el responsable de recuperar aquellas canciones perdidas de
Ireno, de su hermano Jorge –que sigue cantándonos en los sueños y recordándonos
que está en el mar para hacerse azul una vez más. Alejandro, uno de los mejores
guitarristas acompañantes que tiene la Isla, fue capaz de montar, junto con
Ireno, aquella atmósfera del grupo Arte Vivo, de Noel Nicola, de Viviana, de
Martha Duarte, de Corina Mestre y de todos los que pasaron y pasamos por
aquellos tiempos.
Muy especial
y aplaudida fue su interpretación de Canción para recordar a María, y
siempre reconoció la versión de Silvio Rodríguez, con el arreglo de Frank
Fernández, en aquellos concursos “Adolfo Guzmán”, cuando el Ireno era bisoño.
Al que
suscribe este texto y a su compañera de toda la vida le brotaron las
incontenibles, las que quieren ser libres, las lágrimas del Amor cuando Marbys
cantó Sueño no más. La recordábamos cuando Ireno la cantaba en nuestra
casa y éramos, como diría el Gabo: “jóvenes e indocumentados”.
Ireno invitó, una vez más, a soñar y a conminar a
quien esté a tu lado a andar La Habana, siempre buscando el mar (Carlos E.
León) CUBARTE
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