Los villaclareños están de fiesta en su terruño, no sólo por los 320 aniversarios de la fundación de su ciudad (15 de julio), sino porque la fecha entre sus atractivos tiene la reinauguración del emblemático teatro La Caridad.

Situado en el centro de la localidad, frente por frente al Parque Vidal, el edificio ha sufrido el peso de los años, la desidia de quienes en distintas épocas fueron indolentes a su deterioro o lo utilizaron para otros fines lejanos del motivo por el cual fue creado.


En realidad hubo un momento que quienes arrendaron el sitio, antes de 1959, lo convirtieron en una sala cinematográfica e incluso hasta como escenario para ver una pelea de boxeo o de lucha.


El coliseo se inauguró un ocho de septiembre de 1885 y su nombre se debe a que desde sus inicios se planteó que sus recaudaciones fueran utilizadas en obras de caridad pública.


La idea, y el dinero aportado para su consecución, se deben a Doña Marta Abreu de Estévez, una ilustre benefactora que legó a la localidad no sólo esta institución sino también otros sitios para ayudar a los pobres a mejorar sus condiciones de vida.


Según se plantea se hizo en esta ocasión la reparación capital más grande de toda su historia.


Se reforzó el apoyo de las armaduras de acero de la cubierta y la sustitución de vigas de maderas; se arregló al ciento por ciento la cubierta; se sustituyeron totalmente las tejas y la madera utilizada se trató con productos químicos para protegerla del comején así como se aplicó más de cuatro mil metros cuadrados de capas de manta asfálticas.


El ingeniero Liván Díaz Yanes, especialista del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, espera que la impermebialización llevada a cabo, resuelvan para siempre el problema de las filtraciones, aunque para estar más seguro tendrá que esperar a la caída de fuertes aguaceros.


Quedaron nuevas las redes pluviales, hidráulicas y sanitarias así como una red contra incendios.


Se remozaron las estructuras de los cuatro niveles de la sala principal, instalaron nuevo el piso de la platea, se beneficiaron las puertas, ventana, parte del escenario y su tabloncillo.


Hay una preocupación sobre si se afectó o no la acústica. El problema es que en los asientos y el respaldo de las sillas se utilizó aluminio pues no se contó con la tecnología para conformar esas butacas de madera como eran originalmente.


Por último una noticia agradable es que de nuevo la sala volverá a tener su propia brigada de mantenimiento y conservación para evitar futuros deterioros. (Fuente: trabajo de Nelson García Santos en Juventud Rebelde del 15 de julio del 2009)

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