LA DAMISELA ENCANTADORA NOS DEJA UN TESORO. SU VOZ (I PARTE)





                                          Izquierda Eva Rodríguez junto a Esther

La noticia por tv fue una nota escueta pero el anuncio de su muerte a algunos nos revivió el recuerdo, a otros quizás un signo de interrogación vinieron a sus mentes sobre quien era, a pesar de que hace poco, cuando cumplió 100 años de vida, Esther Borja fue agasajada por varias instituciones culturales y la prensa se hizo eco de ese acontecimiento.
Sin embargo, en realidad, desde hace bastante tiempo su estado de salud no le permitió estar entre las luces y candilejas de los teatros que homenajeaban más que a los años cumplidos, la larga y honda huella que ella ha dejado en su trayectoria no sólo en su Isla querida sino también más  allá de las fronteras cubanas.
Su nacimiento tuvo lugar un cinco de diciembre en la calle Corrales número 80, entre Águila y Ángeles, La Habana Vieja y no en Santiago de las Vegas como se creyó en un tiempo, según señala  el investigador  Lino Betancourt Molina.
El malentendido sobre este asunto se debe a que en su infancia ella residió en esa localidad y allí debutó cantando dos canciones de Ernesto Lecuona: “Siboney” y “Noche Azul”.
El ambiente en se crió era lleno de sonoridades cuando su casa era visitada por Antonio María Romeu;  el vecino Rosendo Ruíz, quien después de finalizar su trabajo de sastre, solía sentarse guitarra en mano para cantar números de su inspiración; su encuentro con Sindo Garay, quien se definía así mismo como un bohemio de cuello y corbata así como el pianista Miari, a quien ella calificó como excelente pianista que amenizaba veladas en el hogar de los Borja.
Maestra normalista, parece que nunca llegó a ejercerlo pues los hilos del destino ya tejían los hilos de  cuál sería su futuro. Primero conoce a Elisa Lecuona, quien le dio valiosos consejos (anteriormente estudió música con Manuel Elósegui), cuando cantaba como aficionada en la emisora  CMCA hace amistad con Juanito Brouwer, hijo de Ernestina Lecuona, quien diría al oírla cantar: “¡ Ah, si te oyera mamá!.  .
Así un día en casa de Ernestina, le cantó parte del repertorio que tenía de Ernesto Lecuona, quien al oírla tiempo después hizo este juicio categórico: “Eres una intérprete”. La suerte estaba echada.
LA LARGA HUELLA
La huella que nos deja su fallecimiento es larga, recordemos algunas que forman parte del pentagrama de la historia de la música cubana.
- Junto a los pianistas Luis Carbonell y Numidia Vaillant, unidos a la ingeniosidad del técnico de sonido Medardo Montero, en Radio Progreso, grabó varias canciones de la trova tradicional cubana e interpretó a una, dos y tres voces, la canción “Longina”, de Manuel Corona.   
Otras grabaciones fueron de los números “La tarde”, de Sindo Garay, “Rosa roja”, de Oscar Hernández, “Ya reiré cuando tu llores”, de Alberto Villalón, “Un paraíso es mi Cuba”, de Rosendo Ruíz Suárez; “Lágrimas negras”, de Miguel Matamoros y “Confesión”, de Rosendo Ruíz, cantada a dúo con Doris de la Torre. 
- Lecuona le trajo un ciclo de canciones con los versos de José Martí y en 1935 la acompañó al piano en un concierto que ofrecieron en el Lyceum Femenino.
-En 1936, también en unión de Lecuona, realiza su primera gira por América Latina. Actúa en el teatro Real de Valparaíso, en el Municipal de Santiago de Chile, Gran Teatro de Broadway, Argentina. Le extienden un contrato de exclusividad de Radio Mundo,  se presenta en el teatro Avenida en unión de Libertad Lamarque, Tita Merello, Alfredo Lepera, Tito Luziardo y la orquesta de Francisco Canaro. Hace un concierto de despedida, junto a Pedro Vargas, en el teatro la Ópera, antes de partir para cumplir un contrato en el Casino Atlántico, de Río de Janeiro.
-Hasta 1942 vivió gran parte de su vida en Buenos Aires, al casarse con un periodista de ese país, y allí popularizó canciones de varios autores cubanos, entre ellos Lecuona, Sindo.
Entre esas composiciones está “Damisela encantadora”, de Ernesto Lecuona, la cual obtuvo tal éxito que algunas tiendas e incluso productos comerciales, usaron ese nombre para identificarse.
 Las siguientes décadas la veremos en un ir y venir constante para cantar en importantes ciudades de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Perú, los Estados Unidos, España, Colombia y Costa Rica.    
- En Cuba interpreta la Julieta de la ópera ”El Conde de Luxemburgo”, en el teatro Principal de La Comedia, así como también en la obra dramática “El crimen del set” y en la revista “Las Leandras”, esta última junto a Rosita Fornés. (Continuará)

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