LA HABANA VIEJA: UN RETRATO DE FAMILIA

Sumario: De por qué cambio de domicilio Don Gabriel. ObraPía de sus distintas denominaciones y sus huérfanitas. El primer libro sobre el cuidado de los pies publicado en Cuba. Comamos y bebamos y que no vengan más de los que estamos.


CAPITULO QUINTO

El advenimiento del siglo xx trajo importantes cambios en la vida de don Gabriel, quien durante su cuarto de siglo de ejercicio de la quiropedia en La Habana, había ganado gran prestigio y una buena clientela, por lo que ya la casa de Amargura resultaba pequeña para él, su esposa, sus 17 hijos y el consultorio.

En 1902 alquila una casona de una sola planta y diez habitaciones en Obrapía 66 entre Aguacate y Compostela, edificación de 1820 y propiedad de la Beneficencia Asturiana.

Esta calle ha tenido varios nombres: De los toneleros, De la Taona, De San Felipe y De la Artemisa, el actual lo toma de la obra pía del señor don Martín Calvo de la Puerta, quien en 1669 dejó en su testamento 102,000 pesos para dotar a cinco huérfanas.

Este señor, uno de los troncos más antiguos de la colonia en La Habana, vivía en la esquina de Mercaderes, en una casa de comienzos del siglo XVll. En la esquina de San Ignacio de halla una de las viviendas más antiguas de la ciudad , la de Gaspar Ribero Vasconcelos, cuya referencia se remota a 1637.

En Obraría entre Villegas y Bernaza nació el 26 de marzo de 1848 Manuel Sanguily.

Aniceto, no conforme con sus éxitos profesionales, comienza a colaborar con La Habana Elegante y El Fígaro, publicaciones fundadas ambas en 1885.

En 1902 fallece su esposa y al siguiente año publica en la imprenta de Compostela 89 Tratado sobre las afecciones córneas en los pies y uñas, el primero de su tipo en Hispanoamérica, lo que le vale un diploma del Rey de España, firmado por el Bibliotecario Mayor, el Conde de las Navas y fechado el 6 de octubre de 1805. (5)

“Alivio de los pies, consuelo del alma”, rezaba un letrero a la entrada del consultorio, donde ya Aniceto contaba con la colaboración de algunos de sus hijos, y la clientela aumentaba considerablemente.

En 1911 el presidente José Miguel Gómez, futuro paciente de Don Gabriel, le otorgaba la ciudadanía cubana.

“Comamos y bebamos y que no vengan más de los que estamos”

Estas palabras las repetía Aniceto cada 24 de diciembre junto a sus 17 hijos, pero no se cumplirían, porque la prole llegaría a 27. El cuatro de abril de 1905 se casaba con Enriqueta Rodríguez Valdés, una linda habanera de 16 años, con quien tendría otros diez hijos.

En noviembre de 1914 la revista Gráfico, de Conrado Massaguer, inserta un artículo con fotos de don Gabriel, sus hijos y el consultorio, titulado “Un establecimiento modelo”, y en una de sus partes dice:
”Todas las grandes ciudades tienen un grupo de consagrados: al hablar de cuentos se piensa en Lanuza; de pelota en Marsans; de poesía en Urbach; de tabacos, en Larrañaga; de artistas en Santos Fernández; de actores cómicos en Regino López; de aviadores en Rosillo; de polemistas en Juan Gualberto; de pintores en Romañach y de quiropedistas en Gabriel Aniceto…

“Es realmente un mago del pie. Sus conocimientos técnicos son profundos y su habilidad maravillosa. En esta época de incesante movimiento, de un ir y venir casi morboso, cuando parece que las gentes no tienen tiempo para llegar a todas partes se dirigen con una velocidad de mil demonios y salvando mil obstáculos, tropezando con todo lo que encuentra a su paso, los servicios de un profesor hábil y competente para curar las enfermedades de los pies, son verdaderamente inapreciables. Los progresos efectuados en esta rama de la cirugía son notables. El señor Gabriel Aniceto es acaso, el primer pedícuro de La Habana. Los resultados obtenidos y su numerosa y distinguida clientela, así lo prueban.

“El título universitario del señor Aniceto data de 1888 y ejerce la profesión de pedícuro desde 1876. Ha descubierto muchos y variados procedimientos para curar las enfermedades de ese órgano tan delicado, que le permiten efectuar las más delicadas operaciones sin dolor. La clínica del doctor Gabriel Aniceto está montada a la moderna, con un arsenal quirúrgico de primera clase y demás materiales que la ciencia moderna ha descubierto para el tratamiento de dichas enfermedades.”

Ese mismo año, don Gabriel publica el libro Manual del profesor pedícuro, en la imprenta de J.A. Casanova.

Al siguiente año aparece una fotografía de su consultorio insertada en un artículo de Emilio Bobadilla (Fray Candil) acerca de El suceso de Aniceto, en La Habana Elegante.

Al siguiente año, el secretario de Sanidad y Beneficencia, doctor Enrique Núñez de Villavicencio, le otorga una medalla de oro en Honor a la Fecundidad, por sus 27 hijos.

Entre los pacientes de Aniceto se encontraban Enrique José Varona, Eusebio Delfín, América Árias, el aviador Agustín Parlá y muchas otras personalidades.

Don José Gabriel Aniceto falleció en su consultorio el cinco de julio de 1925, tenía 74 años.

(5) Poco antes de morir había escrito: “La recompensa que espero a mis desvelos y ardua lucha de tantos años, será sólo la satisfacción del deber cumplido, cuando vea que el éxito corona mis trabajos o que el o que mi conducta y ejemplo sirva de norma y estímulo a los estudiantes interesados en la ciencia pedícura.

En el año 2000 la Federación Española de Podología publicó
una copia del libro en síntesis, por ser la primera obra de medicina del pie en idioma español.


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