Gonzalo Roig y su anécdota con Pedro Vargas

A lo largo de los años se han producido en nuestro país variadas confusiones, vamos a llamarlas así, acerca de la verdadera autoría de algunas canciones famosas de la inspiración de compositores cubanos.

Hace algunos años durante un programa de radio en el estudio 2 de la emisora CMQ acerté a sentarme junto al maestro Gonzalo Roig. Se estaba presentando en una de sus habituales visitas a Cuba el famoso Tenor de Las Américas Pedro Vargas, cuando divisó entre el público al maestro Roig, como una deferencia a este, cantó “Quiéreme mucho”. Al final una cerrada ovación premió su magnífica interpretación. Al concluir el programa Pedro Vargas vino hacia el Maestro, y pude escuchar claramente como el cantante le decía: Maestro, ¿Usted sabe que en México muchas personas me atribuyen que yo soy el autor de Quiéreme Mucho? Y Roig rápidamente le respondió: Si, pero usted tiene la poca vergüenza de quedarse callado.

En efecto, en México se había publicado que Pedro Vargas era el autor de la conocida página musical de Gonzalo Roig con letra de Agustín Rodríguez y Roger de Lauria.

Al maestro Rosendo Ruiz Suárez le aconteció algo parecido.

Me contó que en La Habana conoció a un editor de música llamado Lino Cosculluela, quien envió a México la partitura de su canción “Confesión”. Allí se popularizó como una pieza musical mexicana. Nunca se le dio crédito a su autor Rosendo Ruiz. Cuando vino a La Habana el Trío Guernica-Asensio dijeron la verdad, que era cubana. Tenían “Confesión” en su repertorio y aunque decían que era oriunda de Cuba no señalaban el nombre del autor. Años más tarde vino de México el Dúo de las Hermanas Águila, y cantaron ese mismo tema musical en la emisora RHC Cadena Azul y también dijeron que era una pieza mexicana. Pero allí estaba presentándolas el locutor Ibrahin Urbino, que de inmediato aclaró: No, no, ese número es cubano y su autor es Rosendo Ruiz.

Me dijo Rosendo Ruiz que el error se debía a que la casa discográfica RCA Víctor no ponía su nombre en el sello del disco para no pagarle los derechos de autor.

Vamos a ver ahora lo que le paso a Manuel Corona.

Me contó María Teresa Vera que de visita a Mérida, Yucatán, se presentó en el Teatro Peón Contreras, y coincidió allí con el famoso torero español Manolete, el cual tenía un palco fijo en aquella sala. Cuando el dúo de María Teresa y Lorenzo Hierrezuelo interpretó el bolero de Manuel Corona “Doble inconsciencia”, Manolete se puso de pie aplaudiéndolos, y el público imitó al célebre diestro.

A la noche siguiente María Teresa encontró en su camerino un ramo de rosas y una nota de Manolete con un billete de una generosa cifra. Esa noche el dúo volvió a cantar “Doble inconsciencia” y cuando miró al palco donde la noche anterior estaba el “mataor” allí lo vio y la saludó con un gesto galante. Así, noche tras noche, y durante una semana Manolete estuvo presente en las actuaciones de Maria Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo. Pero hasta aquí no ha pasado nada. Lo malo vino después cuando en un filme mexicano el bolero “Doble inconsciencia” se cantó, y en los créditos no apareció el nombre de Manuel Corona, su indiscutible autor.

Años después, revisando un viejo cancionero que me llegó de Venezuela, me llamó la atención una pieza con el nombre de “Falsaria”, y se decía que el autor era un tal Manuel Gil. Leí la letra y para sorpresa mía, dice:

Cuan falso fue tu amor
Me has engañado,

El juramento aquel

Era fingido
Estaba claro que aquella pieza no era otra que el bolero “Doble inconsciencia”. Por supuesto que al pobre Manuel Corona no le pagaron ni un solo centavo. Entonces me vino a la memoria lo que me había contado María Teresa Vera y me pregunté:
¿Que recuerdos le traería a la mente los versos de “Doble inconsciencia” al torero Manolete?

Sindo Garay compuso, allá por los años veinte del pasado siglo XX, un bolero titulado “Ojos negros”.

Me contó que como el era un admirador de la ópera, cada vez que se presentaba en La Habana una compañía de ese género trataba de acercarse a los artistas y así poder disfrutar en lugar privilegiado de sus actuaciones. En esa época vino a Cuba una compañía que traía entre sus coristas a una preciosa muchachita rusa, rubia pero con unos ojos negros grandes y brillantes. Sindo se hizo amigo de ella, y al terminar las funciones cada noche se iban en alegre camaradería a tomar, beber y cantar al Café Vista Alegre, de San Lázaro y Belascoaín. Allí, Sindo, Manuel Luna, Graciano Gómez y otros trovadores cantaban, mientras los rusos entonaban canciones folclóricas de su tierra. Una de aquellas memorables noches, Sindo se inspiró y tomando algunas células del folclor ruso, compuso un bolero que tituló “Ojos Negros”. La letra y la música, Sindo no la inscribió, tal como solía hacerlo, con hermosas páginas musicales de su inspiración.

Ahora su nieto Rodolfo Garay esta tratando de enmendar ese entuerto, ya que la melodía de “Ojos Negros” llegó a Cuba y otros países desconociendo a su verdadero autor. Incluso, se ha llegado a decir que es del folclor ruso.

Ahora veamos lo sucedido a Rafael Gómez Mayea “Teofilito”

Se sabe que el 19 de junio de 1915 el trovador espirituano Rafael Gómez Mayea, apodado Teofilito compuso la canción criolla “Pensamiento”

Pensamiento, dile a Fragancia

Que no la puedo olvidar…

Siete años después, Eusebio Delfín con Rita Montaner, grabaron la celebre canción en una placa RCA Víctor el 15 de marzo de 1923. El acompañamiento orquestal, así como el arreglo para ese formato, corrió a cargo del maestro Eduardo Sánchez de Fuentes, que también dirigió la orquesta. Cuando se imprimió el disco, se consignó como autor a Sánchez de Fuentes, ignorándose al trovador espirituano.
Yo pienso que no hubo mala fe hacia Teofilito. Es posible que los técnicos de la RCA Víctor, al ver en la partitura orquestal la firma de Sánchez de Fuentes, tomaran a ese maestro, que ya era famoso sobre todo por su habanera “Tú”, como al autor de la pieza y así lo pusieron en el disco. Lo triste del caso es que el error persistió durante años.

Surgieron diversas opiniones por parte de periodistas y musicólogos, algunos de los cuales atribuían a Sánchez de Fuentes que este había actuado en forma innoble respecto al modesto trovador espirituano. Lo cierto es que Sánchez de Fuentes no necesitaba cometer ese delito, si así puede calificarse, ya que su prestigio era muy grande.
Así las cosas la controversia llegó hasta el musicólogo Odilio Urfé, estudioso de la música cubana, y este decidió poner las cosas en su justo sitio. Realizó las investigaciones pertinentes y al no tener duda alguna acerca de la verdadera autoría de “Pensamiento”, durante una de las funciones del Festival Nacional de la Música Cubana, celebrado en el Teatro Auditórium, hoy Amadeo Roldan, en 1961 se presentó como legítimo autor de “Pensamiento” a Rafael Gómez Mayea Teofilito.
La verdad se abrió paso para la historia. (Lino Betancourt Molina)

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