QUIEN DIJO QUE LOS RONCOS NO CANTAN

Hay una figura de quien se extraña su presencia por las calles habaneras con su sonrisa perenne, su guitarra debajo del brazo, su andar acompasado que sólo se detenía cuando subía al último piso del hotel Saint John´s , en el Vedado y después de una breve mirada al público distinto e igual de cada noche, producía el milagro: un hombre de voz ronca que cantaba y mientras lo hacía también dejaba atrás su ligera gaguera.José Antonio Méndez, el King, no sólo forma parte de lo mejor de la música cubana sino que sus composiciones traspasaron la frontera y fue sobre todo muy admirado en México, donde según contaba tuvo entre sus mejores amigos a Armando Manzanero, cuando este último apenas si comenzaba en estas lides, mientras su número La gloria eres tú, constituía su primer éxito en la voz de Toña la Negra.Atrás quedaba la isla del Caimán Verde de donde decidió emigrar un día en busca de mejor fortuna, con sólo cincuenta doláres en el bolsillo y la ayuda de coterráneos suyos que no fueron remisos en el país anfitrión de tenderle una, y hasta las dos manos. Entre estos debemos citar a Pepe Reyes, Ninón Sevilla, Benny Moré, Pérez Prado y otros.El King hablaba de México como una prolongación de su propia patria y en parte ello se debía que fue allí que grabó un Larga Duración(LD) para la firma RCA Victor en la que a solicitud propia fue acompañado por violines, cello, viola, piano, casi una orquesta. Allí interpretó canciones suyas: Novia mía, La gloria eres tú, Por nuestra cobardía, Decídete junto a composiciones de César Portillo de la Luz (Delirio), Juan Pablo Miranda (Mil congojas), Miguel A. Valladares (Hay que vivir el momento).De su estancia en tierras aztecas hay muchas anécdotas pero una de la más interesante refiere como después de finalizar su trabajo se fue de serenata con algunos amigos, olvidando que tenía a su mujer esperándole en una habitación del hotel donde paraba. Trató de entrar con la llave pero la mujer había puesto un seguro por dentro, tocó lo más quedo que pudo para no despertar a los demás, pero nada. Al final tomó su potro, como él llamaba a la guitarra en su lenguaje peculiar, y llevado por los acordes surgió una de sus más populares canciones: Si me comprendieras.No pocas de sus canciones se referían a vivencias personales. Novia mía, solía decir, se la dedicó a una mujer que amó mucho pero la familia se oponía a ese noviazgo. “Me alegro después de todo porque creo que esa persona llegó a procrear diez hijos, lo que no me hubiera dado posibilidad de poder crear”, afirmaba a veces, uno no sabe si en broma o en serio.Otra canción suya, en confesión personal a este autor, fue dedicado a la cantante Moraima Secada con la que había sostenido un sincero romance pero su primer viaje al exterior, sin comunicárselo a ella, abrió una fosa de incomprensión entre los dos. Se trata de Por nuestra cobardía pues cuando se encontró con la dama no hubo acuerdo y como dice la canción “más todo quedó igual por nuestra cobardía”.Bohemio impenitente, enemigo de las dobleces, no admitía subordinación a nada ni a nadie. Una vez salió con un grupo artístico a México y cuando el grupo regresó, el King decidió quedarse un tiempo más, apoyado por los muchos amigos y admiradores en ese país-. Llevaba ya un tiempo trabajando cuando un día le tocó un funcionario cubano para cobrarle la parte que le tocaba a la empresa para la que trabajaba. Méndez se indignó y botó al emisario con estas palabras más o menos: “gusarapo tu no sabes con cuánto yo me he batido aquí para poder vivir y guardar una platica para poderle comprar un colorete (televisión en colores) a mi mamá”. Ahora que se cumplen 20 años de aquella aciaga noche, en que su propia imprudencia o la del chofer que manejaba un ómnibus lo atropellara en el céntrico Vedado, he querido darle esta pequeña ofrenda a la que se une mi oración por él mientras alzo con fuerza una copa de ron y la dejo caer lenta y ritmáticamente sobre el pavimento donde dijo adiós a la vida.

(Gabriel)