!Silencio! Ha muerto un grande entre los grandes



Uno de los grandes entre los grandes de la música cubana Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro, tiene su reposo eterno desde esta semana en la lejana Suecia pero su impronta por el pentagrama cubano está aquí en su patria, a pesar de las incomprensiones que tuvo que padecer y que lo llevaron al exilio.
Bebo Valdés, este es su nombre artístico, nació en Quivicán el nueve de octubre de 1918, en el seno de una familia pobre
En una entrevista que le hicieron, el músico recordaría con cariño alguna gente que en sus primeros momentos le ayudaron a orientar su vocación, incluso dándole clases gratis como lo hiciera la profesora Moraima González. Otros que le dieron la mano, según recordaba fue su tía Ña Facunda de Luyanó, babalocha (sacerdotisa del culto yoruba), que le instruyó en el arte de los sonidos de la música ritual africana; Hebert Spieger, un joven judío que le aconsejó en los años treinta “pianistas buenos en Cuba hay muchos, pero no hay arreglistas y versados en armonía: estudia, y ahí tendrás un campo abierto para ti” y el pianista José Curbelo le descifró “el crucigrama” para hacer los acompañamientos en los shows, cosa que no se aprendía en las academias de música.
En la década del 40 su nombre estaba en los labios de destacados intérpretes que buscaban un buen “arreglo” para sus números, a la vez que trabajaba en emisoras radiales como la CMQ, RHC y la Mil Diez
Otro campo que le atrae es el de la composición y del 1945 al 47, se le ve como pianista y arreglistas en la orquesta de Julio Cueva. Luego pasa al Cabaret Tropicana, donde estuvo una década y después trabajó en el Hotel Sevilla Biltmore. Entre sus composiciones se encuentran “Rarezas del siglo”, “Infierno” y “Wempa”.
Músico de pie a cabeza, Bebo también es un cultivador del jazz. Según algunos estudiosos la fecha de “nacimiento” del Jamm Sessions o Descargas de música cubana, tiene en cuenta sus grabaciones para la Panart con Cachao y Julio Gutiérrez, a fines de la década del cincuenta, aunque ya él con su Sexteto había grabado varios números de “descargas” en octubre del 52 para el sello Mercury, entre ellos uno titulado “Poco a poco”. Esas sesiones tenían como animador principal al destacado percusionista Guillermo Barreto.
Lanza a partir de una compleja base rítmica, el ritmo Batanga, en cuya concepción contó, según aclaró Bebo, con la ayuda del percusionista Cándido Camero. La orquesta que organiza para dar a conocer el ritmo sirvió además para la presentación de uno de los cantantes leyenda de Cuba: el Benny Moré.
Cuando a fines de la década del 50, el actor Guillermo Álvarez Guedes, mediante su sello disquero, lanza a la popularidad a Fernando Álvarez, Rolando la Serie y Celeste Medoza, los arreglos se debieron al maestro, así como también el acompañamiento que estuvo a cargo de su orquesta. Anteriormente Bebo había hecho este tipo de trabajo para la Panart, con artistas como Orlando Vallejo.
En realidad con su orquesta o solo, Bebo grabó para distintas firmas disqueras, junto a figuras como Pío Leiva, Mirtha Silva y otros.
El investigador Cristóbal Díaz Ayala hace notar que “cuando se habla de las grandes bandas de Afrocuban Jazz, se olvida que entre 1953 y 54, Bebo Valdés grabó en La Habana para la Decca 3 Lp’s y uno para la Panart, donde usando básicamente la orquesta del Cabaret Tropicana”.
En el año 60, aprovecha una gira para quedarse en el exterior y realiza distintas presentaciones en centros nocturnos de México, Los Ángeles y España, hace dos álbumes con Monna Bell así como una gira por toda la península ibérica. Otro artista con el que trabajó fue con Lucho Gatica. Se incorpora a la Orquesta de los Lecuona Cuban Boys y en una tournée por Europa conoce en Suecia a la bella Rose Marie, surge el idilio y el músico plantó sus reales en Estocolmo, donde vivió tocando en cabarets y restaurantes de lujo.
Es un largo tiempo de silencio que es roto gracias a la idea de Paquito D´Rivera, quien lo invita a hacer un disco titulado “Bebo rides again”, una colección de clásicos cubanos junto a temas originales de Valdés.
El cineasta Fernando Trueba, en el año 2000, lo invita a participar en el filme “Calle 54”. Allí se reencontró en el escenario con su hijo Chucho y con sus amigos de todos los tiempos: Israel López Cachao y Patato Valdés.
Al finalizar el documental, Trueba grabó a los tres el disco “El arte del sabor”, que obtuvo el Grammy al Mejor Álbum Tropical Tradicional en el 2001, primero de una serie que ganaría Bebo hasta llegar a la cifra de nueve galardones, siempre en colaboración con el cineasta español..
Otro galardón fue con “Lágrimas negras”, álbum con temas cubanos con el cantaor Diego el Cigala, que le mereció otro Grammy y tres discos de platino en España. En total hizo ocho discos con Trueba y fue su protagonista en el documental “El milagro de Candeal”, filmado en la favela del mismo nombre en Salvador de Bahía y compartiendo honores con Carlinhos Brown.
En su haber de estos años, se encuentra la música que hizo para “Chico y Rita”, la película de animación con dibujos de Javier Mariscal y la cual fue nominada al Oscar en el 2012.
Por esas cosas del destino, su último disco fue “Bebo y Chucho Valdés, Juntos para Siempre”, dos grandes del pentagrama, padre e hijo, con un CD que será de solaz no sólo para los que hoy somos sus contemporáneos sino también para los que nos sucedan en el tiempo. (Pedro J. Herrera Echavarría) (Datos tomados Cristóbal Díaz Ayala)
Uno de los grandes entre los grandes de la música cubana Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro, tiene su reposo eterno desde esta semana en la lejana Suecia pero su impronta por el pentagrama cubano está aquí en su patria, a pesar de las incomprensiones que tuvo que padecer y que lo llevaron al exilio.
Bebo Valdés, este es su nombre artístico, nació en Quivicán el nueve de octubre de 1918, en el seno de una familia pobre
En una entrevista que le hicieron, el músico recordaría con cariño alguna gente que en sus primeros momentos le ayudaron a orientar su vocación, incluso dándole clases gratis como lo hiciera la profesora Moraima González. Otros que le dieron la mano, según recordaba fue su tía Ña Facunda de Luyanó, babalocha (sacerdotisa del culto yoruba), que le instruyó en el arte de los sonidos de la música ritual africana; Hebert Spieger, un joven judío que le aconsejó en los años treinta “pianistas buenos en Cuba hay muchos, pero no hay arreglistas y versados en armonía: estudia, y ahí tendrás un campo abierto para ti” y el pianista José Curbelo le descifró “el crucigrama” para hacer los acompañamientos en los shows, cosa que no se aprendía en las academias de música.
En la década del 40 su nombre estaba en los labios de destacados intérpretes que buscaban un buen “arreglo” para sus números, a la vez que trabajaba en emisoras radiales como la CMQ, RHC y la Mil Diez
Otro campo que le atrae es el de la composición y del 1945 al 47, se le ve como pianista y arreglistas en la orquesta de Julio Cueva. Luego pasa al Cabaret Tropicana, donde estuvo una década y después trabajó en el Hotel Sevilla Biltmore. Entre sus composiciones se encuentran “Rarezas del siglo”, “Infierno” y “Wempa”.
Músico de pie a cabeza, Bebo también es un cultivador del jazz. Según algunos estudiosos la fecha de “nacimiento” del Jamm Sessions o Descargas de música cubana, tiene en cuenta sus grabaciones para la Panart con Cachao y Julio Gutiérrez, a fines de la década del cincuenta, aunque ya él con su Sexteto había grabado varios números de “descargas” en octubre del 52 para el sello Mercury, entre ellos uno titulado “Poco a poco”. Esas sesiones tenían como animador principal al destacado percusionista Guillermo Barreto.
Lanza a partir de una compleja base rítmica, el ritmo Batanga, en cuya concepción contó, según aclaró Bebo, con la ayuda del percusionista Cándido Camero. La orquesta que organiza para dar a conocer el ritmo sirvió además para la presentación de uno de los cantantes leyenda de Cuba: el Benny Moré.
Cuando a fines de la década del 50, el actor Guillermo Álvarez Guedes, mediante su sello disquero, lanza a la popularidad a Fernando Álvarez, Rolando la Serie y Celeste Medoza, los arreglos se debieron al maestro, así como también el acompañamiento que estuvo a cargo de su orquesta. Anteriormente Bebo había hecho este tipo de trabajo para la Panart, con artistas como Orlando Vallejo.
En realidad con su orquesta o solo, Bebo grabó para distintas firmas disqueras, junto a figuras como Pío Leiva, Mirtha Silva y otros.
El investigador Cristóbal Díaz Ayala hace notar que “cuando se habla de las grandes bandas de Afrocuban Jazz, se olvida que entre 1953 y 54, Bebo Valdés grabó en La Habana para la Decca 3 Lp’s y uno para la Panart, donde usando básicamente la orquesta del Cabaret Tropicana”.
En el año 60, aprovecha una gira para quedarse en el exterior y realiza distintas presentaciones en centros nocturnos de México, Los Ángeles y España, hace dos álbumes con Monna Bell así como una gira por toda la península ibérica. Otro artista con el que trabajó fue con Lucho Gatica. Se incorpora a la Orquesta de los Lecuona Cuban Boys y en una tournée por Europa conoce en Suecia a la bella Rose Marie, surge el idilio y el músico plantó sus reales en Estocolmo, donde vivió tocando en cabarets y restaurantes de lujo.
Es un largo tiempo de silencio que es roto gracias a la idea de Paquito D´Rivera, quien lo invita a hacer un disco titulado “Bebo rides again”, una colección de clásicos cubanos junto a temas originales de Valdés.
El cineasta Fernando Trueba, en el año 2000, lo invita a participar en el filme “Calle 54”. Allí se reencontró en el escenario con su hijo Chucho y con sus amigos de todos los tiempos: Israel López Cachao y Patato Valdés.
Al finalizar el documental, Trueba grabó a los tres el disco “El arte del sabor”, que obtuvo el Grammy al Mejor Álbum Tropical Tradicional en el 2001, primero de una serie que ganaría Bebo hasta llegar a la cifra de nueve galardones, siempre en colaboración con el cineasta español..
Otro galardón fue con “Lágrimas negras”, álbum con temas cubanos con el cantaor Diego el Cigala, que le mereció otro Grammy y tres discos de platino en España. En total hizo ocho discos con Trueba y fue su protagonista en el documental “El milagro de Candeal”, filmado en la favela del mismo nombre en Salvador de Bahía y compartiendo honores con Carlinhos Brown.
En su haber de estos años, se encuentra la música que hizo para “Chico y Rita”, la película de animación con dibujos de Javier Mariscal y la cual fue nominada al Oscar en el 2012.
Por esas cosas del destino, su último disco fue “Bebo y Chucho Valdés, Juntos para Siempre”, dos grandes del pentagrama, padre e hijo, con un CD que será de solaz no sólo para los que hoy somos sus contemporáneos sino también para los que nos sucedan en el tiempo. (Pedro J. Herrera Echavarría)

Pie de grabado: Bebo junto a Lecuona.


Comentarios

Entradas populares de este blog

"Contigo en la distancia", en el cine mexicano

EL SUEÑO GUAJIRO DE AGUSTÍN LARA