UNA CUBANA NONAGENARIA TOMA POR ASALTO EL CIELO


Carmen Herrera
Sumario: Carmen Herrera vive desde la década del 40 en Nueva York. A los 90 años vendió su primer cuadro y es considerada como el descubrimiento de la primera década del siglo XXI.

La frase “nunca es tarde si la dicha es buena”, es una realidad en la cubana Carmen Herrera, quien vive desde la década del 40 en Nueva York, y a sus 94 años, se ha convertido en una de las pintoras más buscada por los compradores de cuadros.

Ella vive desde hace medio siglo en el mismo apartamento de la calle 19 en Manhattan, cerca de Union Square, donde acostumbra a usar su silla de ruedas para trasladarse por toda la casa, recibir amigos y brindar a su salud con un buen trago de whiski.

A los noventa años, vendió su primer cuadro y desde entonces para acá el viento de la fama le ha sido tan favorable que el periódico The Guardian la ha denominado como “el descubrimiento de la década”.

En una entrevista que le realizara el periodista Julio Valdeón, ella recordó como su esposo siempre la apoyó. “Él se iba a clase y yo me quedaba en casa, toda la casa para mísola. Así que intentaba limpiar muy rápido y después me ponía a pintar.

Además su marido, a quien conoció en Cuba y se casaron en 1939, la llevó a París en 1946, donde vivieron por casi cuatro años. “Fueron años muy felices, decisivos, porque allí encontré mi voz, donde me descubrí como pintora gracias al grupo de artistas que formaban parte del salón de la Realité Nouvelle”.

Su regreso a Nueva York en los años cincuenta, y siguiente décadas hasta los noventa, nos hablan de un paciente quehacer, de lienzos que se iban amontonando, sin saber cuándo ni cómo alguien vendría a adquirir alguno.

En su sótano, se señala en el artículo mencionado, yacían como cenicientas pinturas en blanco y negro, colores fosfóricos y círculos acrílicos como estampidos de sombra.

Algunas exposiciones en solitario a finales de los ochenta y noventa del siglo pasado, sólo tiene como respuesta algún comentario a su favor. Pero todo comenzaría a cambiar cuando su amigo, y también pintor , Tony Bechara, se enterara en una cena de que el galerista Federico Seve buscaba una pintora que cultivara la abstracción geométrica para una exposición compartida.

Bechara le respondió que tenía lo que él necesita y sin demora le envió al siguiente día varios cuadros de Herrera y Seve se entusiasmó tanto llamó enseguida a algunos grandes coleccionistas de arte latino: Estrellita Brodsky, Ella Fontanals-Cisneros…).

Esta mujer, que según Bechara, nunca se interesó por la fama, hoy puede ver con orgullo como sus obras integran la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Hirshhorn de Washington y el Tate Modern de Londres.
 

Obra de Carmen Herrera
 
(Gabriel) 

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Contigo en la distancia", en el cine mexicano

EL SUEÑO GUAJIRO DE AGUSTÍN LARA