LA BURKE, SEÑORA DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO (I PARTE)



UNA MIRADA A TRAVÉS DEL ESPEJO



                                             Elena canta acompañada al piano por Enriqueta Almanza

El espejo refleja todo lo que pase por delante pero en este caso su mirada va hacia la cultura en sus expresiones musicales, literarias, teatrales, televisivas, cinematográficas, artes plásticas, literatura, radio y tv, frases y anécdotas de hombres célebres y la farándula, 
local e internacional porque hoy el mundo es una gran aldea.  

GABRIEL
 

El repiquetear de las campanas de una iglesia puede llegar al oído sin ningún sobresalto, sobre todo cuando no es anuncio de la muerte de algún personaje pero  cuando el sonido te llega como desaprobación a tu actuación dentro de una competencia de canto, su sonido se convierte en ruido insoportable.
Y si eso le sucede a uno en tres ocasiones seguidas, es como para dejar a un lado las aspiraciones artísticas y dedicarnos a otras labores. Pero ese no era el temple de la adolescente Romana Elena Burgues González quien convertida en Elena Burke constituye hoy una de las grandes voces de la cancionística cubana de todos los tiempos.
Elena nació el 28 de febrero del año bisiesto de 1928 en una casona del actual municipio Cerro, donde además de jugar a las muñecas como las demás niñas de su edad, en su mente siempre quedó grabado una ahora simpática anécdota que solía contar. La pequeña, contaba nueve años, fue enviada a comprar una medicina a la farmacia de la esquina cuando oyó el repiquetear de unos tambores, los sonidos de la corneta, las inspiraciones de un guía que era respondida por el grupo que danzaba al compás de esa música. Aquella algarabía musical de la comparsa la atrajo como un imán y regresó a su casa a medianoche, cuando ya sus padres habían dado cuenta a la policía de su posible desaparición.
Se dice que desde niña imitaba a la cantante argentina Libertad Lamarque, y por supuesto los tangos, género al cual siguió admirando toda su vida de tal forma que incluso entre sus preferidos estuvo Astor Piazzola, a pesar de que este último no era del agrado de los ortodoxos fans de Carlos Gardel.
Su primera oportunidad en grande la tuvo en 1943 cuando la emisora Mil Diez, le brindó un contrato como profesional para un pequeño espacio de quince minutos titulado “Ensoñación”, acompañada por una orquesta cuyas batutas estaba a cargo de dos grandes: los maestros Adolfo Guzmán y Enrique González Mantici.
En aquellos tiempos  actuó en diferentes lugares acompañada al piano por Damaso Pérez Prado, quien años después fuera considerado como el creador del Mambo.
Pasaporte en mano, anduvo por tierras aztecas, nada más y nada menos, que como  integrante de Las Mulatas de Fuego,  y en la capital azteca actuó en el filme “Salón México”,  dirigido por el Indio Fernández.
Otros grupos de los que formó parte son los Cuartetos de Facundo Rivero y el de Orlando de la Rosa, con este último hizo una gira por los Estados Unidos, a partir de presentaciones fijas en el local La Taberna Cubana, de Nueva York. Su estancia por allá duraron seis meses, en  su  prodigiosa voz se oyen populares números de Orlando de la Rosa como “Vieja Luna”, “Nuestras Vidas” y “Eres mi felicidad”, entre otras.
De ese quedaron grabadas muchas emociones pero ninguna con tanta fuerza como cuando le dieron el mismo camerino que utilizaba Judy Garland. en el teatro Palace de Broadway, Nueva York.
UN PUNTO Y APARTE
Ya antes de ser popular, Elena Burke aparece como una de las intérpretes que en la década del cuarenta dieron a conocer el movimiento musical denominado filin, versión cubana dela palabra norteamericana feeling (sentimiento).
En una callejuela de esta capital, llamada Callejón de Hammel, Centro Habana, solían reunirse compositores e intérpretes para dar a conocer sus composiciones modernas, en la que uno podría encontrar influencia jazzísticas.
La mejor definición que encontré de esta forma autoral e interpretativa, solo se acompañaban de guitarra en sus inicios, fue la de Cristóbal Díaz de Ayala, musicólogo cubano residente en Puerto Rico: ““Como somos pueblo de paradojas, el feeling es un nombre americano para una cosa muy cubana; es cierto que tiene sus bases en el jazz, pero de él tomó solamente lo que necesitaba para inventar algo nuevo. Toda nuestra música tiene un fuerte substrato rítmico, aun en Sánchez de Fuentes o Lecuona. Esta tendencia a lo rítmico no la perdieron tampoco los compositores de los años cuarenta aun en sus más románticos boleros…”   
Sus primeras voces femeninas fueron Elena junto a  Omara Portuondo y Moraima Secada, y entre los primeros autores, algunos de los cuales también eran intérpretes, podemos mencionar a César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Luis Yáñez, Rosendo Ruíz Quevedo, Ñico Rojas, el pianista Frank Emilio Flynn y el guitarrista y cantante Ángel Díaz, dueño de la casa donde se reunían y compositor de ese inolvidable número que es “Rosa Mustia”.     
El filin tuvo su mayor popularidad en la década del 60 pero su influencia trascendió su propio tiempo e incluso la frontera pues en autores musicales de otros países se siente su influencia, como sucede con los mexicanos Mario Ruiz Armengol, Vicente Garrido y Álvaro Carrillo, por solo mencionar algunos.  

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