ZENIA Y SU LARGO PASO POR LA ESCENA CUBANA
Aunque oficialmente Zenia Marabal dejó de existir , aún me parece que la voy encontrar en la bodega donde nos tocaba comprar o en la calle, donde más de una vez nos deteníamos por media hora o más, para oírla desgranar, con esa su gracia criolla, el acontecer nacional. Humilde como pocas, trabajadora como la que más, amante de su familia, no era raro verla parada en Carlos III para pedir una botella que la condujera al teatro América, el Mella u otro sitio y si el reconocimiento cubano no le daba esa posibilidad, de su propio bolsillo se pagaba el pasaje para no dejar de asistir a tiempo a un ensayo o a la presentación de una obra. Según su propia confesión no era grande su salario en general pero su dignidad personal no le permitía detenerse en esas minucias de la vida y lo que sí le daba brillo a sus ojos, cansados ya por la edad, era cuando sus vecinos o no, se le acercaban para alabarle su última actuación en las tablas, en la radio o en la televisión. Nadie podía pensar que